Antonio M Contreras Jiménez
Liber Factory, 2015
Este “anecdotario hotelero” resulta gastronómicamente decepcionante porque, entre un centenar de “casos verídicos”, las alusiones a la comida son más bien escasas. En la mitad de sus 260 páginas, cuenta todo tipo de situaciones que el autor vivió o conoció durante su larga carrera de recepcionista, incluso el viejo chascarrillo del paleto que se bebió el cuenco con agua y limón pensado para limpiarse los dedos después del marisco. Luego, en las breves reseñas de hoteles españoles y extranjeros “con historia”, bien podría aparecer algún reflejo del papel que la hostelería de lujo tuvo en el desarrollo de la alta cocina —y viceversa—, desde la aportación fundamental de Auguste Escoffier a la creación de la cadena Ritz —una filosofía y una gastronomía que marcaron una era— hasta el de Alain Ducasse en el monegasco Hotel de París, por poner unos ejemplos que parece mentira que se pasen por alto. Pero nada, ni nombrarlos. LRS