Comer bien y contarlo bien

FOTO-ARTICULO-SERGIOPor Sergio Gallego

Nunca me ha gustado el dicho de “que hablen de ti aunque sea mal”. Va en contra de mis principios periodísticos y contra todo en lo que creo como comunicador gastronómico. No cabe duda de que necesitamos dar a conocer nuestro producto, pero no a costa de todo. En gastronomía, el boca a oreja es la comunicación más fiable, incluso mucho más que las recomendaciones que hacemos los críticos en los medios de comunicación. Pero es lento.

Necesitamos algo que sea más rápido porque las facturas no esperan y los meses pasan rápidos. Entonces vienen los agobios por vender y las decisiones precipitadas. Pongo un ejemplo que veo a diario. Hacemos un menú económico para dar a conocer el restaurante, llenamos nuestra cuenta del Facebook con fotos del cartel con el menú que nos ha diseñado nuestro sobrino —que hizo un curso de diseño el verano que le quedaron cuatro— y taladramos a mensajes en el whasap a todos nuestros amigos terminando la información con un “pásalo a tus contactos, por favor”. Sacas cuatro o cinco mesas para ese fin de semana, pero el miércoles siguiente otra vez con las manos en la cabeza pensando en cómo volver a llenar el restaurante. El esfuerzo es muy grande para el resultado obtenido y tu sobrino se ha largado a la playa con los amigos y te ha dejado tirado. Entonces decides tomar las riendas de la comunicación y envías con tu propio teléfono “Ven a cenar a la Taberna Bistró Gastrofulanito, Menú degustación sólo 18 euros” esperando que un coro de querubines alados hagan sonar las trompetas al unísono para que, por iluminación divina, llame alguien para cenar. Para más inri, seguro que cometes alguna falta ortográfica debida al corrector del móvil. En ese momento estás en el borde del precipicio, dando una imagen catastrófica de tu restaurante, de tu equipo, de tu cocina y, en definitiva, de tu marca.

No podemos poner en las manos de nuestros posibles clientes una información cutre que desvirtúe nuestro producto. La comunicación debe de dirigirla un profesional de la comunicación que siempre desarrolle el mismo concepto, el mismo discurso.

Ahora hay mucho vendedor de humo que se las pinta solo para hacer carteles, llevar las redes sociales y mandar notas de prensa a los medios después de haber leído dos prólogos de libros tipo ‘Diez consejos para trabajar en marketing’ y haber asistido a tres charlas dos punto cero. Llevad cuidado con estos pájaros.

Tenéis que dejar de parchear vuestra imagen y la de vuestro local y poneros en manos de un profesional que haga un planteamiento de comunicación serio, donde haya una estrategia acorde a vuestro negocio. La comunicación gastronómica no es solo Twiter o Facebook. La comunicación es mucho más. Desde que hablas con tu cliente por teléfono para hacerle una reserva, hasta que se monta en el coche para irse después de haber comido en el restaurante, estamos en continua comunicación. El mensaje siempre tiene que ser el mismo. No podemos tener una cocina jovial, fresca y divertida en un entorno clásico con camareros uniformados con pajarita y guantes blancos. Del mismo modo que no podemos transmitir elegancia y trato preferencial y descuidar la olor o el sonido de nuestro establecimiento (Brand Sense). La gastronomía es el campo de las sensaciones. Lo importante es tener un buen producto (marca) y después comunicarlo correctamente dentro y fuera del restaurante. No es solo comer bien, también hay que contarlo bien.