Dalmau y Barón de Chirel: descubrir La Rioja

Foto-principalEn muchas ocasiones, nos empeñamos en querer descubrir vinos que nos sorprendan tirando de nuevas marcas que año a año salen al mercado y obviamos grandísimos vinos ya consagrados. Esto sucede con el Dalmau de Marqués de Murrieta, grande entre los grandes y elegante donde los haya. Su complejidad en nariz es su mayor virtud y es que la experiencia de disfrutar de sus aromas de frutas silvestres y chocolate, con los siempre polémicos toques “minerales”, es impagable. Quien busque en él un vino con nervio en boca, se equivoca. Es sedoso y persistente. Ahora se ha empezado a premiar los vinos elegantes, sutiles y, en definitiva, bien hechos. Desde luego, Dalmau se merece un diez o, al menos, un 97.
Por su parte, Marqués de Riscal es pionera de muchos de los procedimientos de los que hoy día presumen muchas bodegas, como el “tríe” o mesas de selección, y de la utilización de variedades impensables en Rioja. Pero, alejándonos de un debate que puede ser polémico, lo que está claro es que Barón de Chirel es uno de esos vinos imprescindibles en una bodega que se precie de ser exclusiva. La fruta madura en conjunción con las notas especiadas y tostadas de una madera francesa de calidad nos anticipan lo que atesora en boca. Y, por supuesto, no defrauda: taninos pulidos y elegantes que maridan a la perfección con un buen cabrito típico de la Rioja, un buen guiso de caza o unas suculentas patatas a la riojana. Grande, muy grande.

ÁNGEL DE MIGUEL REY     

Barón-de-ChirelDalmau1