El Xato, en buenas manos

La Nucía despidió a las puertas de su propio restaurante al artífice de una de las grandes casas de la hostelería valenciana, forjada a lo largo de casi un siglo.

El pasado 21 de agosto, la banda de la Unión Musical de La Nucía bajó toda la calle de la Iglesia tras el féretro de José Cano en uno de los funerales más conmovedores que recordamos. A los compases del “Mater Mea”, llegó a las puertas de la “catedral” y a las de El Xato, su restaurante, situado en lo más alto por el trabajo de cuatro generaciones. Hacía 15 años que Pepe El Xato, con algún problemilla cardiaco y una hoja de servicios digna de una merecida jubilación, dejó al frente a su esposa Esperanza Fuster, a sus hijos Paco y Pepe, y a su nuera Cristina Figueira. Él saludaba en el comedor, daba consejos durante el servicio o llevaba al restaurante los frutos del huerto que él mismo cultivaba. Eso hizo el día antes. Luego, comió en el campo con la familia y se echó a dormir la siesta. Ya no despertó.

Pepe el Xato se puso al frente del bar de sus padres, Francisco y Vicenta, cuando se jubilaron en 1961, pero era el alma del negocio desde que se hicieron cargo de él en 1948. De hecho, por aquel entonces le dieron al local el mismo nombre con el que Vicenta se refería a su hijo: El Xato. Pedro Balaguer había puesto en marcha en 1915 un despacho de vino a granel: la bodega del Ti Pere el Tardà. Luego incorporaron cosas de comer —los “tramussos” de La Nucía eran célebres— y le llamaron Bar Internacional, pero al final de la Guerra Civil lo dejaron en “Nacional” para no importunar a los vencedores. Pere el Tardà se jubiló y le traspasó el negocio a su cuñado, el padre de El Xato. Francisco y Vicenta le pasaron el testigo a su hijo en 1961 y este trajo consigo a su esposa, Esperanza Fuster, que era peluquera pero tenía el don de la cocina. Ella incorporó las tapas y los arroces que continúa preparando, y, en la era de la prosperidad turística, el bar adquirió hechuras de restaurante.

Con la jubilación de Pepe el Xato en 1997, tomó las riendas la actual generación y lo que sigue ya es historia contemporánea de la restauración valenciana. Un acopio desbocado de vinos, destilados, aceites, cafés, quesos o puros anunciaba que se había puesto al frente Paco el Xato, “copero” entusiasta que ha acabado presidiendo la Federación de Sumilleres de la Comunidad Valenciana. Como su padre, Paco el Xato trajo a casa a su esposa, Cristina Figueira, y puso en sus manos la cocina. Acometieron una espectacular reforma integral en 2006 y ella aprovechó las obras para hacer un “stage” en El Celler de can Roca. Sin abandonar las atávicas especialidades de El Xato, la carta incorporó una cocina que refleja la vocación emprendedora del negocio, tanto como su arraigo, en su penúltimo salto adelante. El último, este año, ha dotado a El Xato de unas instalaciones capaces de prestar servicios de catering al máximo nivel.

Pepe el Xato deja su legado en buenas manos y descansa en paz. LLUÍS RUIZ SOLER

 

PEPE EL XATO, IN MEMÓRIAM

Ya nada será igual, Pepe. Seguro que Esperanza —tu mujer— y Cristina —tu nuera— van a seguir deleitando nuestros paladares con el fruto de su esmerado trabajo. La bodega que tu hijo Paco atiende con sabiduría y mimo no dejará de sorprendernos y de agasajar nuestros sentidos. Por suerte, todo eso va a seguir igual. Pero ese abrazo sincero en la sobremesa, cuando volvías de recoger del cole a tus nietas… ese ya no volverá.

Después de comer en tu casa, cuando Paco se sentaba a compartir con nosotros una copa y a ilustrarnos con su profesionalidad sobre las últimas novedades de vinos o licores, aparecías tú. Tu naturalidad y tu nobleza invadían la sala. Más que un simple saludo, los camaradas se abrazan. Y tu lo hacías de manera sincera y decidida. Nos ponías al día de la actualidad política y social de La Nucía o de las últimas novedades de tu huerta.

Ahora que, por desgracia, ya no tiene remedio, pienso que deberíamos haber prodigado más aquellos momentos.

Sin ti, ya nada será igual, Pepe. CARLOS RUIZ