Gourmet Race: mar, turismo y cocina en Moraira

Gourmet-RacePor Lluís Ruiz Soler

El glamour y la autenticidad de la Gourmet Race resumen lo que durante décadas fue uno de los grandes valores gastroturísticos de Moraira. Chefs y navegantes se embarcan para competir en un concurso de cocina donde conviven dos grandes rasgos de la identidad local: el encanto de la navegación y el de una tradición gastronómica que, en buena medida, nació también a bordo.

Moraira —al menos, lo más lúcido de su empresariado— se resiste a olvidar para siempre el glamour gastronómico que hizo de ella la capital de la alta cocina en un buen tramo del Mediterráneo español. Durante tres décadas, hasta su cierre en 2005, el Girasol y sus dos estrellas Michelin crearon un ambiente propicio para la restauración de lujo y en él florecieron La Seu, también estrellado, o La Sort. Este último cerró hace poco, cosa que les ha permitido a los hermanos Moll —no hay mal que por bien no venga— prestarle más atención a Sand, el restaurante de su hotel, que también se llama La Sort aunque está en otro lugar. Del modelo “millennial” que desarrollan ahí nos ocuparemos otro día. De momento, Juan Moll, con generosidad digna de una gran causa, aprovecha su tirón como mano derecha del universal Joël Robuchon e intenta reverdecer para su pueblo los laureles que en tiempos de Joachim Koerper (Girasol) se resumieron en el deslumbrante Festival Gourmet Internacional, del que luego tomó el relevo la Moraira Gourmet Race.

Se trata de un evento original y encantador que en su cuarta edición ha hecho lo imposible por no perder su esplendor, pese al escaso entusiasmo postelectoral del Ayuntamiento. A falta del relumbrón de Robuchon, Arzak, Torreblanca, Susi Díaz, Kiko Moya o Alberto Ferruz, ahí estaban Manuel Alonso, Nazario Cano, Alejandro Platero o Rafa Soler como chefs encargados de emitir veredicto en un singular concurso de cocina para navegantes que marca el punto álgido del programa. En la regata de este año han participado una veintena de barcos con sus correspondientes tripulaciones y brigadas de cocina. Exponente de un evento que hermana a los amantes del mar y los de la gastronomía, el ganador, que cocinó a bordo del Reyma, fue un cocinillas y no un chef: el benissero José Mª Serna. El subcampeón, Iván Grau, puso fin inopinadamente a su carrera profesional de cocinero después de ganar la Gourmet Race del año pasado. En tercer lugar quedó Karolien Van Dael, del Vespa’s de Moraira.

El ingrediente de todos los platos, este año, era la gallineta. O cómo conjugar el glamour de las embarcaciones deportivas con la autenticidad de un pescado cuyo valor gastronómico conocen bien los que —durante generaciones, haciendo de la necesidad virtud— forjaron una cocina popular capaz de enrolarse en un futuro esperanzador. Pese a lo local o comarcal del palmarés, el origen —mucho más lejano— de la mayoría de los participantes subraya el enorme interés de esta iniciativa como herramienta de promoción gastroturística. El prestigio internacional de Moll, como en su día el de Koerper, es una oportunidad para Moraira, que no puede perder el tren otra vez.

FOTO: CARLOS GIMÉNEZ TARÍN