Humor y gastronomía

Humor-GastronomíaPor Lluís Ruiz Soler

Desde la obra de Julio Camba, que escribió sobre la comida con ironía y sarcasmo, hasta el chiste procaz en la sobremesa, una tertulia de Casa Montaña, santuario en Valencia del vino y del tapeo, exploró la relación entre el humor y la gastronomía, con los televisivos Tonino Guitián y Juanjo de la Iglesia o los cocineros Joaquín Schmidt y Abraham García.

“La cocina española está llena de ajo y de preocupaciones religiosas. El ajo mismo yo no estoy completamente seguro de que no sea una preocupación religiosa y, por lo menos, creo que es una superstición”. Aunque casi cabe en un tuit, la cita resume el sentido del humor y la profundidad gastronómica de “La casa de Lúculo”, clásico, al mismo tiempo, de los dos géneros literarios: el humorístico y el gastronómico. Julio Camba lo publicó en 1929 y el periodista Emili Piera lo sacó a colación al presentar la tertulia sobre humor y gastronomía que se celebró en Casa Montaña de Valencia. Despacho de vinos a granel desde 1836, conserva el sabor de las tabernas centenarias, desde su puerta modernista hasta su arquitectura interior, pasando por sus toneles de madera. Su propietario, Emiliano García, es un incansable activista de los movimientos que se oponen a la demolición y a la degradación del barrio del Cabañal.

Sobre esa y otras cuestiones culturales y ciudadanas convoca tertulias similares a la que nos reunió en torno al humor y la gastronomía, con los televisivos Tonino Guitián y Juanjo de la Iglesia o los chefs Joaquín Schmidt y Abraham García, además de la actriz Catalina Leonarte, la escritora Pepa Úbeda, la periodista Silvia Soria o el restaurador Vicent Rausell. Las ausencias y la verdadera humorada las protagonizaron, sin embargo, los inefables Arturo Pardos y Stéphane Guérin, artífices de la irrepetible Gastroteca de Stéphane y Arturo en el madrileño barrio de Chueca. El Dalí de la gastronomía y la cocinera se confundieron de AVE en Madrid y fueron a parar a Córdoba, desde donde intentaron transmitirle a la tertulia, vía manos libres, la singular visión surrealista del autor de “El ocaso de la paella” o “Cómo quiero que me sirvan el vino”.

Tal como contaba en Facebook Alejandro García, hijo del patrón y actual gerente de Casa Montaña, comimos bien y bebimos mejor: las bravas, los michirones o las croquetas de bacalao, además de las anchoas o el jamón de bellota, hacen de Casa Montaña una referencia del tapeo más auténtico, además de un santuario del vino —el valenciano en lugar destacado junto al de todo el mundo— con una carta de casi mil referencias y más de 20 mil botellas en la bodega. También nos reímos, claro —no faltó la sesión de chistes de todos los colores—, y analizamos sesudamente la relación entre el humor y la gastronomía, incluyendo la obra de Camba. Si lo de la religión y el ajo es cosa del pasado, otra de sus citas inmortales sigue vigente con sólo actualizar la cifra y vale para más lugares: “La comida en América no empieza a ser mala más que de los dos dólares y medio para arriba, cuando los cocineros se consideran obligados a hacer fantasías en su condimentación.”