La Casa Verde, ganado para la causa

Avda. Rosario Manzaneque, 25
Torrelodones
Tel.: 918 592 561
www.lacasaverde.es
Cierra lunes y noches de domingo a jueves
Precio medio: 40 euros

Otro negocio hostelero que se reconvierte, aunque en este caso el camino adoptado sea el inverso al habitual. Era –sigue siendo- un lugar concebido para la organización de eventos, pero desde hace un par de meses se ha transformado, convirtiéndose también en restaurante.

Es fácil de localizar, pues su inconfundible tejado verde se ve desde la A-6. Sin embargo no es ésta su única singularidad. Hay mucho espacio, muebles de madera filipina, mesas amplias y originales, pero, sobre todo, llama la atención un lucernario central con rocas naturales, una curiosa fuente y muchas plantas, refrescante lugar en torno al cual se articula el comedor. Luz, verdor, tranquilidad, todo es acogedor e invita a disfrutar de una carta de la que –qué pocas veces puede decirse esto- apetece casi todo. Cocina de mercado con guiños modernos, gusto y mucha sensatez en manos de un joven cocinero, Daniel Donato, que manifiesta técnica y criterio. Claro que también cuenta el asesoramiento de Julio Reoyo (El Mesón de Doña Filo, Colmenar de Arroyo), magnífico cocinero que deja patente su impronta en el menú. La cosa empieza bien con una fina crema de foie gras de aperitivo. Se mantiene con la ensalada de legumbres, brotes y cecina, liviana y colorista, y va a más con la sabrosa croqueta (mejor croquetón) de cocido con mayonesa de piparras, de repetir. Más que correcto el arroz de verduras y pollo de corral, de punto y sabor conseguidos, una de las tres opciones de cuchara que no suelen faltar. De la mar salá, que es como llaman a los pescados, el taco de bacalao con ropa vieja, garbanzos fritos y caldo de cocido, producto de calidad, bien tratado (con su puntito de sal, como tiene que ser), en una combinación que funciona.

En la parte cárnica, más abundante en propuestas, no faltan las carrilleras –un clásico de Reoyo-, el cordero lechal, la ternera del Guadarrama o la presa de ibérico a la plancha, servida con una guarnición de pimientos rojos dulces de regustos morunos. La regularidad culinaria se mantiene hasta los postres, e incluye una degustación de quesos de la zona con sus guarniciones, iniciativa plausible que permite conocer delicias como la torta Cañarejal de oveja. También la bodega se apunta a esta tendencia, ofreciendo exclusivamente vinos de la DO Madrid, con etiquetas de interés y a precios razonables, como todo aquí. En definitiva, un restaurante al que sin duda apetece volver.

Raquel Castillo