Por Lluís Ruiz Soler
Tras protagonizar la revolución de los nuevos Rioja en los 90, Marcos Eguren situó a Toro en el mapa de las grandes comarcas vinícolas. Su bodega le resultó irresistiblemente apetecible a Louis Vuiton Moët Henessy, la gran multinacional del lujo y la exclusividad, que mantiene la identidad de los Numanthia y Termanthia, artífices de la excelencia en una comarca granelista donde el viñedo resistía heroicamente.
El primer Numanthia, el de 1998, fue todo un hito. Con él, Marcos Eguren —artífice, con el San Vicente, de la revolución riojana de los años 90— encumbraba a la peculiar tempranillo conocida como tinta de Toro. Logró la excelencia en una comarca granelista donde unos viñedos únicos habían resistido de forma numantina a la filoxera o al desarrollismo franquista y su apuesta por el trigo. Entre los viñedos que adquirió o arrendó, Eguren comprobó enseguida que el de Los Carriles —el más grande con mucho, aunque no llega a las 5 hectáreas— merecía una elaboración singular: cepas de al menos 120 años que miran al sur, a más de 1000 metros de altitud, dan una maduración y una concentración extraordinarias. Así nació Termanthia en 2000. En 2008, Louis Vuiton Moët Henesssy compró la bodega. La multinacional del lujo y la exclusividad ha mantenido intacta la identidad de los vinos creados por Eguren.
El Termes es su tercer vino, exportable y más asequible, conceptual y económicamente: en muchas bodegas sería lo más y en esta es el básico. Cuesta unos 20 euros, frente a los 40 del Numanthia o los 145 del Termanthia. Procede del viñedo más joven y envejece durante 16 meses en barricas usadas. Es más frutal y más fresco, pero las características notas balsámicas y achocolatadas están tan presentes como los 15 grados de alcohol. Si en los otros pasan desapercibidos, la calidez del Termes aparece junto al nervio de las aristas verdes y ácidas.
El Numanthia se elabora con las mejores uvas de casi cien parcelas de 0,6 hectáreas de media, agrupadas en cinco terroirs, que se elaboran por separado y se combinan en un calculado coupage. Tras unos 19 meses en barricas francesas nuevas, tiene un bouquet —tinta, especias, regaliz— suntuoso y complejo como su personalidad en boca. Frente a su elegancia racial, el Termanthia es más sofisticado —esa nota de violeta—, sin dejar de ser un vino europeo que refleja el terroir más que las artes del enólogo del Nuevo Mundo. Pasa por dos barricas francesas nuevas y es tan fresco como potente. Uno y otro llevan a la excelencia una vinicultura heroica: las cepas se siguen plantando en vaso —cosa que les costó aceptar a los de Louis Vuiton— y la uva se prensa con un procedimiento mecanizado que reproduce el pisado tradicional. Termes sucumbió antes al asedio romano y los termantinos acudieron a Numancia como refuerzo.