James Hillman y Charles Boer Editorial Gedisa Barcelona, 2011 Ensayo-recetario 192 páginas PVP: 14 euros
Pongamos que Sigmund Freud, después de haber convencido a Occidente de que la sexualidad es la clave de la conducta humana, descubre en el ocaso de su vida que no es exactamente así y apostata, o casi, del psicoanálisis que él mismo ha fundado. Porque, pongamos, se da cuenta a la vejez de que la psique humana se construye en torno a otro ámbito que comparte con el sexo los mecanismos simbólicos de la oralidad, pero no del todo: se da cuenta de que la llave que abre todos los cerrojos no es la sexualidad, sino la comida. Y pongamos que, a la vejez, se dedica a redactar unas memorias culinarias en las que mezcla recetas austriacas o alemanas con reflexiones en torno a la neurosis, el superego o el complejo de Edipo, y sobre las cuales se cierne una conspiración de silencio urdida por sus herederos intelectuales más ortodoxos. Como para volverse loco, literalmente hablando. El que se lo crea, que lo compre.