Ostres de la Badia invierte 700 mil euros en sus instalaciones del puerto de Santa Pola para multiplicar su producción por más de 30 en un par de años. En cuanto a zamburiñas, su granja es pionera a nivel mundial.
En 2005, Ostres de la Badia sorprendió a propios y extraños con la primera cosecha de ostras criadas en Santa Pola y, en 2009, con algo más insólito aún: la primera de zamburiñas de todo el Mediterráneo. Sin embargo, no se trataba de una de esas excentricidades propias de la globalización: no consistía en fabricar frigoríficos en Siberia ni estufas en Madagascar. Ni siquiera, en cultivar cabernet sauvignon a 1000 kilómetros de su origen. Resulta que esos dos moluscos bivalvos habitan espontáneamente el Mare Nostrum y no es difícil encontrar ejemplares minúsculos en los escollos de sus costas, pero los depredadores marinos nunca las han dejado crecer lo suficiente como para que las detectara el depredador universal por excelencia. De hecho, Manuel Marhuenda, el biólogo santapolero que osó poner en marcha Ostres de la Badia, no hace sino capturar las larvas en su entorno natural y engordarlas en una granja marina a milla y media de Tabarca.
Pero ese modus operandi tocó techo bien pronto y limita su capacidad de producción a unas 8 toneladas al año. Esa cantidad apenas cubre la demanda de los restaurantes de la provincia y resulta del todo insuficiente para servir pedidos como el de un importador italiano, seducido por la calidad y la singularidad de las ostras de Santa Pola, que quería 10 toneladas semanales. Pensando en su viabilidad misma, la empresa necesitaba producir sus propias larvas, como cualquier granja de moluscos o peces, para ajustar la oferta a la demanda en cantidad y regularidad.
La investigación y las instalaciones necesarias costaban casi 700 mil euros y Marhuenda consiguió un crédito del CDTI que financiaba el 80% de esa inversión. Los laboratorios ya están en marcha en el puerto de Santa Pola y Ostres de la Badia podrá obtener en 2014 o 2015 la primera cosecha con la tecnología que le permitirá producir masivamente: hasta 250 toneladas anuales. De momento, trabaja en adaptar a su entorno los conocimientos desarrollados en otras granjas. En cuanto a las zamburiñas, la investigación parte prácticamente de cero, porque la iniciativa de Ostres de la Badia con este bivalvo, del que pretende producir unas 100 toneladas al año, sigue siendo pionera a nivel mundial.
Con todo, las ostras y las zamburiñas de Santa Pola no dejarán de tener una autenticidad tan absoluta como insospechada. Por lo que respecta a las primeras, se trata de uno de los pocos criaderos de Europa que trabaja con la ostra plana autóctona, diezmada por varias epidemias en los años setenta y reemplazada por la ostra hueca japonesa en Galicia y Francia. Las zamburiñas de Santa Pola, según Marhuenda, son más auténticas incluso que las de Galicia, porque lo que habitualmente llega de allí es, en realidad, una prima hermana llamada volandeira.