“Recetarios” de tumbona

Con los lujosos libros de los cocineros mediáticos relegados al baúl de los recuerdos, como las dispendiosas ediciones institucionales, la narrativa ambientada entre chefs y restaurantes anima el alicaído panorama bibliogastronómico.

Con la crisis de la alta restauración, la del papel impreso y la de la economía toda, los libros de gastronomía en España están bajo mínimos. Los ambiciosos productos editoriales que hasta hace poco acometía cualquier cocinero más o menos mediático han pasado a la historia y las costosas ediciones auspiciadas por las instituciones políticas o financieras, a mayor gloria de Dios sabe quién, suenan a cosa de otro planeta. Además, los mamotretos no se avienen con la tumbona y la sombrilla, y tampoco íbamos a recomendarles nada de eso para los últimos días del verano. Por fortuna, las editoriales siguen pensando que la gastronomía vende, si hay algo que siga vendiendo, y lo que sí hay en los estantes de las librerías es un puñado de apetitosas novelas.

ROMÁNTICOS E IRREVERENTES

Ya hemos reseñado en Gastronostrum.com L’épicerie, comedia romántica que transcurre entre efluvios de salsas y condimentos, y también otra novela similar: La sonrisa de las mujeres. Tienen en común, igualmente, una visión de Francia —su gastronomía, su hostelería— decididamente anglosajona. Ese rasgo lo comparte Un viaje de diez metros, donde una familia de restauradores indios sale de su país y pasa por Londres antes de montar su negocio en un pueblo de los Alpes. Al otro lado, visto por un norteamericano de origen húngaro, transcurre Las colinas de la Toscana, del mismo autor que Un viñedo en la Toscana y La sabiduría de la Toscana. En esta trilogía autobiográfica, Ferenc Maté cuenta cómo se estableció en esa región para elaborar uno de los tintos más reputados de Italia. También en un ambiente vitivinícola, pero en el Penedés de las grandes familias del cava, transcurre El silencio de las viñas, con un argumento como de gran serial televisivo.

Cambiando de registro, un par de libros desternillantes e irreverentes. El argumento de El vasco que no comía demasiado se desarrolla en el San Sebastián de 2040: reina Froilán I y, hace años, el gran Ferran incorporó células de su propio cuerpo a sus platos para que sus “feligreses” comulgaran eucarísticamente con él, mientras a “el viejo Martín” se la pegan en una cata ciega con un “jamón ibérico” hecho íntegramente de soja y hasta el Mesón de Cándido, en Segovia, lo han comprado los chinos. Falsarius Chef, por su parte, escribe y protagoniza Fabada a muerte en Cocina & Fusión, novela surrealista donde saca a bailar a los héroes y los dioses de la cocina contemporánea en el marco de su cónclave más olímpico, con el pretexto de una hilarante trama entre la sátira disparatada y un thriller de lo más sui generis.

NOVELA GASTROPOLICIACA

En cuanto a la otrora boyante novela gastropolicíaca española, El asesino de Venecia lleva al detective gourmet Ciro Blume a la ciudad de los canales en su última investigación. El verano siempre es un buen momento para (re)leer las aventuras del fundador del género —Pepe Carvalho—, los pinitos de su antecesor —Plinio—, sus secuelas internacionales —el alemán Cüpper (Hambre asesina) o el italiano Montalbano (Ardores de agosto)— y clásicos como Están matando a los grandes chefs. Confesiones de un chef no es una novela, pero algo tiene de “negra”. Después de que hace poco se publicara En crudo, su continuación, ha salido la enésima edición de estas imprescindibles memorias de Anthony Bourdain, chef neoyorquino que dirige su cocina como si fuera un barco pirata: sexo, droga y rock and roll.

Lo más reciente es Sal de vainilla, la última novela de Ada Parellada, de los Parellada de la Fonda Europa de Granollers. Otra sesión de tumbona y estará lista para que la colguemos en Gastronostrum.com. LLUÍS RUIZ SOLER