Comida tailandesa los lunes y griega los miércoles, hamburguesa los martes y pizza los jueves, los ingredientes del sandwich así y los del arroz chino, asá. El guión de una divertida serie de televisión recurre a la comida para perfilar un personaje obsesivo.
¿No os resulta muy divertido el doctor Sheldon Cooper, de la serie televisiva The Big Bang Theory? Físico teórico con un cociente intelectual de 187, hipocondríaco y soberbio, un tanto asperger y exageradamente pedante, su personalidad obsesiva se manifiesta a menudo en sus manías sobre la comida. Los lunes toca cocina thai, los martes come hamburguesa y entre las peores cosas que pueden pasar está el que sus amigos preparen tostadas francesas el día de los copos de avena o decidan traer comida griega un jueves, que es la noche de pizza salvo el tercero de cada mes, día en el que valen las sorpresas.
Sheldon comparte piso con Leonard Hofstadter, otro superdotado a quien le impone sus excentricidades. Suele ser el encargado de traer comida “to take away” y Sheldon lo lleva de cabeza con sus comandas. El arroz con pollo y bacon “en tiras” del chino lo quiere “en daditos” y con el arroz integral. La salsa de soja de ese restaurante no le gusta y hay que traerla del mercado, que es baja en sodio. Si algo falla, no lo quiere, como cuando pidió un sandwich de roast beef con lechuga y queso suizo y le trajeron un sandwich de roast beef con queso suizo y lechuga: el orden de los factores sí altera el producto, porque es el queso lo que debe estar en contacto con el pan para que la lechuga no lo humedezca. El pollo con almendras que come una vez a la semana tiene que ser del Palacio de Sechuán. Leonard, un buen día, le confiesa que ese restaurante lo cerraron 2 años atrás, que les había comprado 400 cajas de comida para llevar vacías, que las guarda en el maletero del coche y que le trae el pollo con almendras de cualquier otro sitio en una de esas cajas.
Los otros protagonistas son Howard Wolowitz, judío e ingeniero aerospacial, y Rajesh Koothrappali, hindú y astrofísico. Las peculiaridades alimentarias de cada personaje contribuyen a que no resulten tan estereotipados como los de otras series. Leonard no tolera la lactosa y Howard es alérgico al cacahuete. Raj odia la comida hindú y supera su incapacidad de hablar con las mujeres bebiendo: exclusivamente, cócteles como el dry martini, el manhattan o, sobre todo, el grasshopper.
A menudo, los hilarantes diálogos de The Big Bang Theory se desarrollan en el comedor de la Universidad donde trabajan o en el sofá de su piso en torno a una cena de comida para llevar. También, en The Cheesecake Factory, donde Penny, la vecina, trabaja de camarera. Sheldon accede a ir a su restaurante, aunque le cuesta probar otra hamburguesa que la del Big Boy. Si Penny está depre, le lleva helado de chocolate o pan de centeno. Cuando salía con Leonard, Howard, que es un galán de pacotilla, les llevó a la cama huevos revueltos con salami: “el desayuno perfecto ‘après l’amour’”.
No sabemos cómo, qué o dónde comen los protagonistas de otras series. En The Big Bang Theory, son detalles que perfilan unos personajes decididamente singulares.
LLUÍS RUIZ SOLER