Con la inversión del jugador del Barça y la tradición viticultora de su familia, Bodega Iniesta elabora vinos modernos y divertidos con una magnífica relación calidad-precio.
No es un famoso más que compra una bodega para invertir en glamour o para disfrazar de explotación agrícola una finca de recreo. Andrés Iniesta amplió el viñedo familiar adquiriendo las tierras que trabajaba su padre y levantó allí su bodega.
Con el dinero de su primer contrato con el Barça, a finales de los años noventa, Andrés Iniesta compró una parcela situada junto a su viña de 10 hectáreas, que pertenecía a su familia desde hacía generaciones. Las nuevas tierras formaban parte de una finca en la que había trabajado como agricultor su padre, José Antonio, y que, poco a poco, acabó siendo propiedad de los Iniesta hasta configurar su actual viñedo de 120 hectáreas. En 2010 culminó un proyecto ajeno a la frivolidad y el oportunismo, de sólido arraigo viticultor, con la construcción de una bodega y la elaboración de los primeros vinos con marca propia.Bodega Iniesta presentó sus vinos en Bodega Selección de Alicante, durante una cata que tuvo que hacer sesión doble y dejó lista de espera como para otras cuatro. De la solidez de sus productos da fe la modestia de unas marcas cuyos PVP oscilan entre los 5 y los 8 euros, salvo un chardonnay fermentado en barrica, el Valeria, que cuesta unos 10. La gama básica la integran los Corazón Loco: un blanco de verdejo, sauvignon y muscat, un bobal rosado y un tinto a base de tempranillo que dan más de lo que piden. Son vinos alegres y divertidos, con una imagen moderna y una magnífica relación calidad-precio, que triunfan en Cataluña entre jóvenes y culés.
A la espera de que complete su maduración el primer crianza de la casa, los Finca El Carril son sus vinos más “ambiciosos”: un blanco de macabeo original e interesante —con seductoras notas anisadas— y un tinto de tempranillo y petit verdot con algo de syrah, frutal y balsámico, al que un breve paso por barricas de roble americano le da un toque avainillado. En 2010, Bodega Iniesta renunció a incorporar a sus vinos una horrible cosecha de bobal, variedad autóctona que cuenta, y mucho, en los planes de la empresa para el futuro. Bodega Iniesta aspira a disputarse los puestos de Champions en La Manchuela con Finca Sandoval y Alto Landón, los grandes de esa denominación de origen a caballo entre las provincias de Albacete y Cuenca. Su “guardiola” es el enólogo Juan José Muñoz, joven ingeniero agrónomo reclutado en la Cooperativa de Fuentealbilla que, desde el respeto a unas prácticas agrícolas que bien podrían merecer la calificación de “ecológicas”, aplica las técnicas de la enología vanguardista aprendidas en Pomerol, Chile o Australia.
Andrés Iniesta tiene en su bodega de Fuentealbilla el refugio de relax y evasión que necesita en sus escasas vacaciones. Podría haber apostado por rentabilizar sin pudor el tirón de su imagen, vendiendo botellas con mucho diseño y poco contenido a precios de ‘celebrity’. Pero ha optado, como en su trayectoria personal y deportiva, por la honestidad del trabajo bien hecho.