Por Antonio Martínez Camacho
El 14 de noviembre se celebró en Bodegas Campoluz de Elche la segunda edición de la Wine-Jazz, con la colaboración del Grupo Artevino. Ante numerosos clientes y amigos, el director de Campoluz, Gonzalo Antón hijo, presentó su proyecto y sus vinos más emblemáticos.
El concepto Wine-Jazz es una iniciativa pionera en España. Los hermanos Francisco y Javier Aledo proponen una experiencia enológica en la que los vinos se maridan con una pieza de jazz, según las sensaciones que a los músicos les transmite cada cata. En este caso, Gonzalo Antón presentó los vinos más emblemáticos del Grupo Artevino, como su verdejo de Rueda 2012. Por lo que respecta a Rioja, se inició la cata con el Izadi crianza 2009 —un vino más que correcto— para continuar con el Orben 2008 y finalizar con el Malpuesto 2011, que, pese al nombre, se encuentra en un gran momento. Luego, el Flor de Vetus 2011, de la DO Toro, dio paso a los Ribera de Finca Villacreces.
El recorrido por el Duero se inició con el Pruno 2012. Después de que el de 2010 fuera tocado por “la varita mágica” de Robert Parker, despierta un gran interés cada año. Apunta maneras, pero todavía está muy “verde” y tendrá que redondearse en botella: habrá que esperar un tiempo, aunque la bodega prevé sacarlo al mercado a finales de enero o mediados de febrero. En todo caso, la nueva añada despertó el interés de los asistentes.
Luego se cató el emblemático Finca Villacreces 2008, un vino muy elegante que responde a las expectativas de un magnífico Ribera. Como colofón, se cató el Nebro 2009, que se elabora a partir de unas parcelas muy concretas de viejas viñas de tinto fino y en añadas extraordinarias. Es un excelente vino, que es no es fácil de encontrar ni degustar, tanto por las escasas cinco barricas que, como mucho, dan unas viñas de baja producción, como por su precio: más de 150 euros la botella.
En Wine-Jazz se trata de armonizar cada vino con una pieza especialmente seleccionada por los músicos, en función de lo que perciben a través de la cata, mientras Gonzalo Antón los explica —características, elaboración, crianza, procedencia— y los presentes lo degustan. La ortodoxia exige que no haya más acompañamiento que agua y colines. Finalizada la cata, se sirve un ágape y el maridaje con los vinos catados ya es plenamente gastronómico, mientras sigue sonando la orquesta.
La iniciativa consigue, con amenidad y rigor, dar a conocer nuevas elaboraciones, añadas y propuestas enológicas en una experiencia pionera, novedosa y muy interesante.