Mistónic y Blanco de Verano

El vino con gaseosa no es pecado. Prueben opciones diferentes a las del tinto e incluso con sodas más sofisticadas: mistela con tónica, por ejemplo

El mundo del vino va comprendiendo que buena parte de su futuro pasa por potenciar nuevas formas de consumo, con las más juveniles e informales a la cabeza. El verano es un buen momento para explorarlas con nuevos productos y propuestas.

El nuevo Estrella Frizzante Rosé de Bodegas Murviedro es un buen ejemplo de vino que sigue tendencias en varias líneas: un rosado espumoso, de baja graduación y bajo precio —8 grados y 4 euros—, de diseño desenfadado y moderno, pensado para formas alternativas de consumo —con las más juveniles e informales a la cabeza— por las que comienza a apostar con cierta convicción un número significativo de bodegas —pioneros y francotiradores aparte—, convencidas finalmente de que el futuro del vino pasa por contextos distintos al del gourmet y el sumiller. Junto a su aptitud para acompañar una comida informal, tapeo incluido, el Estrella Frizzante rosado, igual que el blanco, es un vino de los que llamamos “chill out”, expresión que se refiere, sobre todo, al acto de escuchar música relajadamente. Su desinhibido carácter frutal, su alegre burbuja natural y su amabilidad dulzona en la boca, junto al hecho de que una botella cueste menos que un gintónic, hacen que resulte ideal para ello.

Sin duda, lo que persiguen las bodegas con este tipo de vinos es el envidiable éxito comercial del lambrusco. Pero, a fin de cuentas, el espumoso italiano —el vino más vendido en España— no deja de ser algo muy parecido al popular combinado de toda la vida: el vino con gaseosa. Mientras el productor incorpora ese estilo a su catálogo, el consumidor puede desarrollar la idea hasta el infinito: si la forma tradicional de suavizar un tintorro alcohólico y tánico es echarle una soda acídula y dulzona ¿por qué no aligerar una mistela empalagosa con un refresco de notas cítricas, incluso amargas o picantes como las de la tónica o el ginger ale? Hasta Martínez Bujanda, bodega riojana de corte claramente ortodoxo, apuesta este verano por un moscatel de imagen desenfadada, precio ajustado y baja graduación. Le llama Infinitus y propone combinarlo con “fanta” de limón para tomarlo como refresco, como aperitivo o como copa.

Prueben otras combinaciones: los blancos más dulces con sodas secas y los más secos, con sodas dulces. Hay antecedentes como el portónic —oporto blanco con tónica— o el rebujito: fino con gaseosa. Subrayen las notas características de la mistela de siempre para darle una nueva vida y añadan a la copa un grano de uva en dos mitades, un trozo de melocotón, una piel de naranja retorcida con sus aceites impregnados en el borde del vaso, una socorrida rodaja de limón… Y pongan cubitos, muchos cubitos de hielo. Inventen el mistónic o el mistelale. No es pecado. La clave de la coctelería —de la mixología, incluso de la cocina y de la gastronomía toda— está en la búsqueda de la armonía y lo más evidente es equilibrar dulzor y acidez, o aliviar sensaciones ardientes y empalagosas con el frescor de lo cítrico, de lo moderadamente amargo, de lo levemente picante…

LLUÍS RUIZ SOLER